viernes, 25 de marzo de 2011

Notas los sonidos vibrantes, llenos de fuerza, salir de entre tus labios, como los pájaros que permanecen cautivos y que al fin emprenden el vuelo. Las palabras salen suaves y sedosas, te rozan la piel y te sonrojas. Ahí es cuando levantas la mirada y te pierdes en el oscuro infinito que se extiende entre vosotros.
Hablamos de un abismo. Ves como sonríe pero no notas el calor.
Entonces es cuando tu mundo tiembla y los pensamientos se te agolpan en el cerebro, como las primeras palabras de un bebé. Torpes y sin sentido.
¿En que te convierte lo que te hace grande? En la versión más débil de tu ser.
Sacas la sonrisa y te dignas a mirarlo con timidez. Utilizando el último recurso, dándolo todo por perdido. Y cuando se cruzan las miradas tan solo ves sorpresa y él tan solo ve el brillo de una niña.
Apostaste todo el dinero que te quedaba, princesa. Y la mala noticia es que ya no queda nada, que se ha esfumado hasta el último céntimo.
Se ha pinchado la burbuja en la que vivías. ¿De que vas a alimentar los sueños ahora?
Te giras y te marchas. Con la esperanza escondida de que diga tu nombre y te suelte que te quiere, que lo eres todo, que es un idiota y que te quiere y te quiere y te quiere. Acercarte a él, que te derrita con un beso en el cuello y te susurre sus tonterías al oído.Con la tonta idea de que aún queda un último aliento para ese amor que ya no tiene fuerzas y que, realmente, jamás llegó a existir.
Te marchas con la ilusión aún viva, esperando inútilmente la llegada de ese final feliz de película que no va a llegar.
Nunca.


Me dice la princesa que la llama está viva y le creo. Y entonces el gélido viento viene y se la apaga.

jueves, 24 de marzo de 2011

Ave Rapaz

Me manejo entre las sombras como los búhos, como un ave nocturna que acecha paciente la llegada del día o, en un caso mejor, una presa que anime la noche, que haga más efímero este negro infinito.
No busco el conflicto ni las palabras de más. No me gusta el decir sin razón, la superficialidad de las conversaciones por obligación. No me espera el amor eterno en el chico que sonríe desde la barra con una copa en la mano, ni espero enamorarme del primero que me diga cuatro chorradas.
Busco la espuma de risas mezclada con el aire.
Y en secreto e refugio de las luces en mi mente, como un jugador cobarde. Donde se que me buscan pero donde nadie me encuentra.
¿Sabes? Me tratan de loca, pero no es cierto. Tan sólo soy un ave rapaz, una insaciable devoradora de letras que, en algún momento, vuelven a salir, siempre. Convertidas en lo que soy; en los delirios de una soñadora.