jueves, 22 de diciembre de 2011

Made of paper.

Parece que se puede romper la coraza que es mi piel con facilidad por que estoy hecha de papel. Pero eres un ingenuo. ¿Eso crees? Pobre iluso. No tienes ni idea del poder de la tinta, lo que pueden hacer un puñado de letras impresas en papel, ese papel que es mi armadura.
Por eso yo no me desmorono como hecha de cristal, por que la primera caída podría haberme destrozado. Por eso soy de papel. Me viene en la sangre, de papel se nace y se cría con esmero, se mima con millones de palabras, miles de libros y cantidades de papel capaces de cubrir el planeta.
Por que cuando no quede nada, ni el papel ni la tinta, tampoco quedará nada de mi.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Nadie es nadie.

Se ha parado el reloj un día de diciembre. El sol se pelea con el frío en una batalla interminable y ella se sienta a leer en un rincón apartado de su mundo.

Nadie es nadie en la función de los enmascarados, donde cada baile exige un beso, y el beso exige olvidar.

martes, 22 de noviembre de 2011

Parado frente al mar, mientras el mundo gira.


Igual habéis escuchado alguna vez la mítica canción Standby de Extremoduro. Así que seguramente también os suene el próximo poema (Sí, un fragmento sale al principio del videoclip de esa canción). Ya se que es raro que yo publique algo que no es mío, pero este poema, sinceramente, me llega al alma.
Se aleja un poco de mi linea de Neruda, que sabéis que adoro.
Os dejo el poema, se llama Ideario, de Francisco M. Ortega Palomares, y de el saqué la frasecita de la foto de ahí arriba.

Me da vértigo el punto muerto 
y la marcha atrás, 
vivir en los atascos, 
los frenos automáticos y el olor a gasoil. 

Me angustia el cruce de miradas 
la doble dirección de las palabras 
y el obsceno guiñar de los semáforos. 

Me da pena la vida, los cambios de sentido, 
las señales de stop y los pasos perdidos. 

Me agobian las medianas, 
las frases que están hechas, 
los que nunca saludan y los malos profetas. 

Me fatigan los dioses bajados del Olimpo 
a conquistar la Tierra 
y los necios de espíritu. 

Me entristecen quienes me venden Kleenex
en los pasos de cebra, 
los que enferman de cáncer 
y los que sólo son simples marionetas. 

Me aplasta la hermosura 
de los cuerpos perfectos, 
las sirenas que ululan en las noches de fiesta, 
los códigos de barras, 
el baile de etiquetas. 

Me arruinan las prisas y las faltas de estilo, 
el paso obligatorio, las tardes de domingo 
y hasta la línea recta. 

Me enervan los que no tienen dudas 
y aquellos que se aferran 
a sus ideales sobre los de cualquiera. 

Me cansa tanto tráfico 
y tanto sinsentido, 
parado frente al mar mientras que el mundo gira.





lunes, 5 de septiembre de 2011

Las princesas si duermen sobre guisantes.

Noté la presión en mi pecho en cuanto traspasé el umbral de la puerta de aquel antro de mala muerte.
Barcelona, Enero de 1989. Otras cuatro personas  me seguían en mi descenso consagrado a los infiernos más terrenales.
Fuera comenzaba a caer una fina lluvia y la gente que se arremolinaba a las puertas de aquel tugurio empezó a bajar para resguardarse del agua y del frío que desde hacía tres días no nos dejaba en ningún momento. Toda esa gente bajaba las escaleras de entrada pisando con fuerza, caminando con comodidad. Noté un par de empujones pero los ignoré.
Decidimos seguir a todos los ángeles caídos de ese infierno y adentrarnos en lo desconocido una vez más. Ninguno de nosotros tuvo nunca muy claro de quien fue la idea de ir hasta allí, y cual fue la razón por la que, una vez allí y sintiendo el miedo, ninguno se fue.
El olor era hechizante, potente y embriagador. Y las gamas de colores de las vestimentas de los allí presentes eran de lo más dispares. Me excusé con mis amigos y me dirigí al baño. Algo pasaba con aquel local que me inquietaba y no dejaba que respirase con claridad.
La puerta estaba cerrada y me apoyé sobre una pared con un estampado hortera de leopardo. La puerta no se daba abierto y comenzaba a desesperarme. Había recorrido ese pasillo como un millón de veces cuando la puerta se abrió y un muchacho salió de él. Era alto, muy alto, o eso me lo pareció a mi, y con unos ojos grises que parecía que podían tumbar edificios.
Todo bruma, desazón infinito.
Entonces sentí unas manos fuertes y duras asirme por los hombros y meterme en cuarto de baño. Y a partir de ahí no recuerdo nada.
Me desperté y no reconocía nada de lo que había a mi alrededor. Sentía una fuerte quemazón en la garganta, un intenso dolor de cabeza y la certeza de estar completamente enamorada.
O eso creía.
Con el paso de los años he podido recolectar información, como las piezas de un puzzle. Y ahora me siento aqui a contaros pieza a pieza lo que ocurrió aquel viernes de enero de 1989.


Ya se que parece un poco idiota que lo deje ahí, pero esto es un caramelo de mi primera historia larga que voy a enseñarle al mundo. Va a llamarse Las princesas si duermen sobre guisantes y es una historia un poco extraña, espero que os guste. Cuando tenga tiempo volveré a subir un cachito más.
Un besito.

domingo, 17 de abril de 2011


Él dice que la quiere y ella también. Luego se ven por un callejón y ni se miran, como los amantes de una obra de teatro sin guión.
Absurdo amor de teclado y pantalla de ordenador.
-Dame un beso.
+Cuando te vea, amor mio.
-¿Y eso cuando es?
+Nunca.

martes, 12 de abril de 2011

Hijo de puta.


Con fuerza noto el impacto de mi mano contra la piel de su cara. Es brusco el contacto pero la noto suave. La fuerza hace que se le gire el rostro, se vuelve para mirarme e intenta calmarme con sus ojos.
Todo verde, mar infinito.
No aparto la mirada por que me supera el orgullo. Y en silencio me voy dando cuenta de que me desnuda con los ojos, me deja indefensa.
-Joder preciosa, pegas fuerte.
No respondo. Si abro la boca se me cae el mundo, si le aparto la mirada no podré volver a encontrarla.
Que se guarde las palabras para quien se pare a escucharlas. Esta princesa está cansada de tanta palabrería barata.
¿Quien es el débil ahora? 
Me doy la vuelta para marcharme y lo dejo ahí, parado, mirando a la nada. Como un idiota.
Empiezo a caminar, dándole la espalda, con la convicción de no volver a hablarle, a mirarlo, a dignarme a hacerle caso. Diciéndome que no pienso gastar más tiempo en él ni en sus mentiras de galán de traje blanco y mocasines brillantes.
Pero antes de que de tres pasos me rodea la cintura con el brazo y me obliga a mirarlo otra vez.
Se te dilatan las pupilas y te derrites por dentro.
De alguna manera me las arreglo para volver a abofetearlo, quizá con menos fuerza, dejando claro el mensaje.
Y entonces me sujeta la mano con fuerza. El contacto arde, debajo de la piel, como una llamarada latente, e incapaz de apagarla me digno a mirarlo otra vez.
Equivocándome de nuevo.
-Como me gustas cuando te enfadas.
Como odio cuando cuando hace eso con la boca, de sonreír medio de lado mientras me desafía con los ojos.
-Que te jodan, Ca...
Y me da un beso. Sin dejar que termine la frase, dejándome con las palabras en los labios.
Y se que, aún que lo intente, no voy a poder separarme.
Ni aún que utilice todas las fuerzas de este planeta. Todas.
Y se cree sus mentiras otra vez, tan sólo por el placer de jugar.

lunes, 11 de abril de 2011

Fíate, es tu decisión.

Se han derrumbado las murallas de mi ciudad y estoy sola. Como arropada por una nube de brumas grises que el sol no atraviesa. A veces malas decisiones, erróneos caminos y señales equivocadas, otras veces es todo sol y sonrisas, y preciosos amaneceres siempre en buena compañía.
Eran miles de sentimientos todos encerrados a presión en un frasco demasiado pequeñito. Estaban seguros ahí encarcelados, los mantenía a salvo y estaban controlados. Se encontraban bajo mi recta tutela e impedía que me dominasen. Era el plan perfecto hasta que apareció la Pandora que abrió esta caja.
Mis fantasmas se han liberado ahora. Mis errores, mis miedos y mis puntos débiles al descubierto. Estoy desnuda y se abre el telón en este estúpido escenario de la vida.
El que se ponga en mi camino que tiemble, no sé quien me acompaña ahora. Si la ira o la tristeza, si las ganas de matar o las de amarte hasta que se terminen los días. No tengo planeado si me vas a gustar o si voy a ignorarte el resto de mis días.
No entiendo los cruces de palabras sueltas. Me fio de las frases que se agolpan en mi cerebro y se pelean por salir. Soy una persona irracional. No me comprendo a mi misma y no logro averiguar que estoy buscando. No hay nada que tenga sobre seguro ahora mismo.  No me comprendo cuando hablo y me contradigo cuando escribo.
No tengo ya las fuerzas ni las ganas de buscar la llave y volver a encerrarlo todo en ese cofre en el fondo de mi ser. Ignoro si lo agradezco o si estoy furiosa, si realmente lo pienso con convicción o si voy a olvidarlo antes de la cena.
Estoy perdida y no le encuentro sentido al mapa, ni pienso entenderlo.
No voy a ser la princesa de nadie, ni la barbie de los sueños de cualquier niña pequeña. Voy a jugármelo todo a esta partida final y si me arrepentiré no lo sé y no lo sabré hasta que ocurra.
Y de esta forma funcionan las cosas, sin sentido y nunca con regularidad. Se frena y arranca y, algún día, irá al desguace, así que súbete rápido al coche, que este viaje es el último y ya no hay más paradas.
Llegaré a dónde me lleven las palabras, voy con los ojos cerrados y demasiado alcohol en sangre.
Fíate de mí. No te fíes de nada.
Ni Hércules ni Zeus ni unos zapatos nuevos.

viernes, 25 de marzo de 2011

Notas los sonidos vibrantes, llenos de fuerza, salir de entre tus labios, como los pájaros que permanecen cautivos y que al fin emprenden el vuelo. Las palabras salen suaves y sedosas, te rozan la piel y te sonrojas. Ahí es cuando levantas la mirada y te pierdes en el oscuro infinito que se extiende entre vosotros.
Hablamos de un abismo. Ves como sonríe pero no notas el calor.
Entonces es cuando tu mundo tiembla y los pensamientos se te agolpan en el cerebro, como las primeras palabras de un bebé. Torpes y sin sentido.
¿En que te convierte lo que te hace grande? En la versión más débil de tu ser.
Sacas la sonrisa y te dignas a mirarlo con timidez. Utilizando el último recurso, dándolo todo por perdido. Y cuando se cruzan las miradas tan solo ves sorpresa y él tan solo ve el brillo de una niña.
Apostaste todo el dinero que te quedaba, princesa. Y la mala noticia es que ya no queda nada, que se ha esfumado hasta el último céntimo.
Se ha pinchado la burbuja en la que vivías. ¿De que vas a alimentar los sueños ahora?
Te giras y te marchas. Con la esperanza escondida de que diga tu nombre y te suelte que te quiere, que lo eres todo, que es un idiota y que te quiere y te quiere y te quiere. Acercarte a él, que te derrita con un beso en el cuello y te susurre sus tonterías al oído.Con la tonta idea de que aún queda un último aliento para ese amor que ya no tiene fuerzas y que, realmente, jamás llegó a existir.
Te marchas con la ilusión aún viva, esperando inútilmente la llegada de ese final feliz de película que no va a llegar.
Nunca.


Me dice la princesa que la llama está viva y le creo. Y entonces el gélido viento viene y se la apaga.

jueves, 24 de marzo de 2011

Ave Rapaz

Me manejo entre las sombras como los búhos, como un ave nocturna que acecha paciente la llegada del día o, en un caso mejor, una presa que anime la noche, que haga más efímero este negro infinito.
No busco el conflicto ni las palabras de más. No me gusta el decir sin razón, la superficialidad de las conversaciones por obligación. No me espera el amor eterno en el chico que sonríe desde la barra con una copa en la mano, ni espero enamorarme del primero que me diga cuatro chorradas.
Busco la espuma de risas mezclada con el aire.
Y en secreto e refugio de las luces en mi mente, como un jugador cobarde. Donde se que me buscan pero donde nadie me encuentra.
¿Sabes? Me tratan de loca, pero no es cierto. Tan sólo soy un ave rapaz, una insaciable devoradora de letras que, en algún momento, vuelven a salir, siempre. Convertidas en lo que soy; en los delirios de una soñadora.