domingo, 17 de abril de 2011


Él dice que la quiere y ella también. Luego se ven por un callejón y ni se miran, como los amantes de una obra de teatro sin guión.
Absurdo amor de teclado y pantalla de ordenador.
-Dame un beso.
+Cuando te vea, amor mio.
-¿Y eso cuando es?
+Nunca.

martes, 12 de abril de 2011

Hijo de puta.


Con fuerza noto el impacto de mi mano contra la piel de su cara. Es brusco el contacto pero la noto suave. La fuerza hace que se le gire el rostro, se vuelve para mirarme e intenta calmarme con sus ojos.
Todo verde, mar infinito.
No aparto la mirada por que me supera el orgullo. Y en silencio me voy dando cuenta de que me desnuda con los ojos, me deja indefensa.
-Joder preciosa, pegas fuerte.
No respondo. Si abro la boca se me cae el mundo, si le aparto la mirada no podré volver a encontrarla.
Que se guarde las palabras para quien se pare a escucharlas. Esta princesa está cansada de tanta palabrería barata.
¿Quien es el débil ahora? 
Me doy la vuelta para marcharme y lo dejo ahí, parado, mirando a la nada. Como un idiota.
Empiezo a caminar, dándole la espalda, con la convicción de no volver a hablarle, a mirarlo, a dignarme a hacerle caso. Diciéndome que no pienso gastar más tiempo en él ni en sus mentiras de galán de traje blanco y mocasines brillantes.
Pero antes de que de tres pasos me rodea la cintura con el brazo y me obliga a mirarlo otra vez.
Se te dilatan las pupilas y te derrites por dentro.
De alguna manera me las arreglo para volver a abofetearlo, quizá con menos fuerza, dejando claro el mensaje.
Y entonces me sujeta la mano con fuerza. El contacto arde, debajo de la piel, como una llamarada latente, e incapaz de apagarla me digno a mirarlo otra vez.
Equivocándome de nuevo.
-Como me gustas cuando te enfadas.
Como odio cuando cuando hace eso con la boca, de sonreír medio de lado mientras me desafía con los ojos.
-Que te jodan, Ca...
Y me da un beso. Sin dejar que termine la frase, dejándome con las palabras en los labios.
Y se que, aún que lo intente, no voy a poder separarme.
Ni aún que utilice todas las fuerzas de este planeta. Todas.
Y se cree sus mentiras otra vez, tan sólo por el placer de jugar.

lunes, 11 de abril de 2011

Fíate, es tu decisión.

Se han derrumbado las murallas de mi ciudad y estoy sola. Como arropada por una nube de brumas grises que el sol no atraviesa. A veces malas decisiones, erróneos caminos y señales equivocadas, otras veces es todo sol y sonrisas, y preciosos amaneceres siempre en buena compañía.
Eran miles de sentimientos todos encerrados a presión en un frasco demasiado pequeñito. Estaban seguros ahí encarcelados, los mantenía a salvo y estaban controlados. Se encontraban bajo mi recta tutela e impedía que me dominasen. Era el plan perfecto hasta que apareció la Pandora que abrió esta caja.
Mis fantasmas se han liberado ahora. Mis errores, mis miedos y mis puntos débiles al descubierto. Estoy desnuda y se abre el telón en este estúpido escenario de la vida.
El que se ponga en mi camino que tiemble, no sé quien me acompaña ahora. Si la ira o la tristeza, si las ganas de matar o las de amarte hasta que se terminen los días. No tengo planeado si me vas a gustar o si voy a ignorarte el resto de mis días.
No entiendo los cruces de palabras sueltas. Me fio de las frases que se agolpan en mi cerebro y se pelean por salir. Soy una persona irracional. No me comprendo a mi misma y no logro averiguar que estoy buscando. No hay nada que tenga sobre seguro ahora mismo.  No me comprendo cuando hablo y me contradigo cuando escribo.
No tengo ya las fuerzas ni las ganas de buscar la llave y volver a encerrarlo todo en ese cofre en el fondo de mi ser. Ignoro si lo agradezco o si estoy furiosa, si realmente lo pienso con convicción o si voy a olvidarlo antes de la cena.
Estoy perdida y no le encuentro sentido al mapa, ni pienso entenderlo.
No voy a ser la princesa de nadie, ni la barbie de los sueños de cualquier niña pequeña. Voy a jugármelo todo a esta partida final y si me arrepentiré no lo sé y no lo sabré hasta que ocurra.
Y de esta forma funcionan las cosas, sin sentido y nunca con regularidad. Se frena y arranca y, algún día, irá al desguace, así que súbete rápido al coche, que este viaje es el último y ya no hay más paradas.
Llegaré a dónde me lleven las palabras, voy con los ojos cerrados y demasiado alcohol en sangre.
Fíate de mí. No te fíes de nada.
Ni Hércules ni Zeus ni unos zapatos nuevos.